Estamos en la era del culto a la especialización. Y de hecho cuando cada quién se va especializando y haciendo su tarea cada vez mejor ¿Por qué rotarlo si lo está haciendo bien? ¿Por qué remplazarlo por una persona que va a comenzar aprendiendo y seguramente irá cometiendo errores que ya han sido superados? Errores que pudiesen generar, y en nuestro caso en ocasiones han generado, cuantiosos costos.

Lo que ocurre es que la rotación, trae consigo una serie de bondades que, en el caso nuestro, eclipsan sus desventajas. Claro está, no se trata de una rotación a la ligera. Existen actividades como contabilidad o compras donde la rotación es más lenta, de 3 a 5 años. Los médicos no pueden rotar con las enfermeras o con los que estamos en mantenimiento. Pero si se pueden ir incorporando a colaborar en la cocina, en una puerta o una caja en los mercados, o en el mismo mantenimiento.

En cuanto a la mayoría de nosotr@s, como ejemplo, unos días se puede estar en la gestión y desarrollo de la página web, o en la comunicación a través del correo electrónico. Otros días en un mercado cooperativo donde se puede estar en una entrada o salida apoyando el chequeo, o en el estacionamiento, en la cocina, o en la limpieza de los diferentes espacios, o atendiendo en una caja registradora, en fin, donde exista la necesidad.

Esta rotación nos posibilita ir desdibujando las parcelas, ir desdibujando el posible sentido de apropiación de espacios, ir desdibujando las jerarquías. La rotación permanente por diferentes espacios, propicia la desburocratización, facilita el acceso a las informaciones, amplía nuestros conocimientos y nos motiva a compartir nuestros saberes, dándonos una visión más global y empática y cada vez menos individualista del proceso, ayudándonos a internalizar un NOSOTR@S que se va ampliando. Además, se va desdibujando la necesidad cultural de “los indispensables”.