Las etiquetas nos separan

Los seres humanos tendemos a etiquetar a otras personas, así como a cualquier agrupación humana. Pareciera que el encasillar a los demás nos sirve como una manera de simplificar la realidad y de justificar nuestro pensar o actuar.

Las etiquetas, en vez de generar la integración humana, crean fronteras, muchas veces impenetrables, entre los que portan cada quien la suya. Son fuente de muchos de los conflictos de la humanidad, puesto que las etiquetas suelen implicar una tendencia a calificar o descalificar, destacando algo que es bueno o malo.

Las personas y las agrupaciones humanas somos entes de una complejidad tal que no se pueden reducir a una etiqueta. Siempre van a quedar muchos elementos colgando fuera del marco. Sin embargo, para los seres humanos se nos hace muy difícil no caer, casi en automático, en esta tendencia, muchas veces partiendo de una emoción momentánea con base en impresiones superficiales.

Recordamos cuando estábamos, allá por los años 70, enfrentados a los empresarios del transporte autobusero por evitar el aumento del pasaje en la ciudad de Barquisimeto. Existía una empresa propietaria de unos 5 buses destartalados. En ese entonces, para nosotros la dueña era una capitalista explotadora, de la peor calaña.

Con el pasar del tiempo, unos veinte años después, tuvimos la oportunidad de conocer y hacernos amigos de la dueña, una persona de una gran calidad humana que internalizaba los mismos fundamentos éticos que nosotros propiciamos.

Hace algunos años hacíamos una exposición de la experiencia de Cecosesola, donde gestionamos sin líneas de mando múltiples actividades. Comenzando la exposición nos interrumpió una persona preguntando si nos considerábamos anarquistas. Le respondimos que, si bien a los anarquistas les llamaba mucho la atención nuestra vivencia, no nos definimos como anarquistas, así como intentamos no adherirnos a ninguna etiqueta.

Igual ocurrió recientemente en otra exposición de nuestra experiencia. Cuando planteamos que gestionábamos las actividades con nuestros propios recursos sin financiamiento del gobierno venezolano, una de las personas asistentes concluyó rápidamente que entonces nosotros éramos contra-revolucionarios.

Durante nuestra trayectoria nos han puesto todo tipo de etiquetas. No solo de anarquistas o contrarrevolucionarios, sino de financistas de movimientos guerrilleros latinoamericanos o de capitalistas y pare usted de contar…

Sin embargo, esa tendencia a etiquetar no se limita al otro o la otra. Con facilidad nos etiquetamos a nosotros mismos. Nos auto-etiquetamos, encasillándonos en un marco que deja por fuera toda nuestra complejidad como personas o como organización. Quedamos atrapados en un yo soy, nosotras somos y frenamos nuestro desarrollo personal y el de nuestras agrupaciones, creando fronteras que obstaculizan la integración humana.

En Cecosesola hacemos un esfuerzo por ir trascendiendo el mundo de las etiquetas. El ir conociéndonos muchas personas en el accionar diario, abre la posibilidad de apreciarnos en vez de etiquetarnos. Y para nuestra experiencia colectiva, ha sido fundamental estar pendientes de que nuestro proceso no se congele dentro de una definición preestablecida.

Se trata de ubicarnos en un ir siendo, en un gerundio permanente, abiertos al que quiera acompañarnos en esta aventura de ir construyendo relaciones de confianza con base a nuestros fundamentos éticos.

Nota: Este artículo fue escrito por Cecosesola,  para ser publicado en la columna “Transitando nuevos senderos ” del portal https://desinformemonos.org/

Scroll to Top