En los inicios de Cecosesola funcionábamos como una cooperativa convencional con cuerpos directivos. El consejo de administración tenía plenos poderes para tomar decisiones en el marco de nuestros estatutos y anualmente rendía cuentas en una asamblea conformada por los delegados de las cooperativas afiliadas. Los trabajadores y trabajadoras no podíamos participar, ni en las tomas de decisiones cotidianas, ni en las asambleas.

Actualmente, los trabajadores y trabajadoras somos asociadas y gestionamos las actividades en espacios descentralizados, rotando las tareas. No existen órganos directivos, ni líneas de mando. Y en reuniones conjuntas con miembros de las cooperativas de la red, abordamos prioritariamente los temas que tienen que ver con la globalidad. Por ejemplo: el precio de los productos que se intercambian dentro de la red, los financiamientos que se otorgan a través del fondo de financiamiento, las políticas de precios de nuestros servicios…

Nuestras reuniones no se rigen por las formalidades empresariales, más bien son encuentros comunitarios abiertos a quien quisiese participar. Las decisiones son consensuales. No existe la votación.

Así como no hay jerarquías de cargos, ninguna reunión está por encima de otra, ni siquiera la asamblea general de asociados. Promovemos que tomemos decisiones sin estar dependiendo de las reuniones. Intentamos así trascender ese colectivismo que exige que todo o casi todo deba ser tratado en reunión, coartando nuestro desarrollo personal. Por eso decimos que, así como intentamos trascender las relaciones jerárquicas, también procuramos no encarcelarnos en unas relaciones rígidamente horizontales.

Las decisiones son consensuales, ya sean tomadas individualmente, por varios o en reuniones, en cuanto sean coherentes con nuestros fundamentos de transparencia, responsabilidad, equidad y solidaridad. Cada quién es responsable de las consecuencias de las decisiones que tome. Cualquier decisión puede ser cuestionada con base a su coherencia con nuestros fundamentos.

Cuando funcionábamos como una cooperativa convencional, las asambleas gravitaban en un combate entre la directiva y los asambleístas. Esto fue más evidente en los años 70 cuando Cecosesola se convirtió en una referencia de poder en nuestra ciudad. En esa ocasión el tema central de las asambleas era la toma del poder dentro de la organización por parte de los que aspiraban a él. Era un desgaste permanente de energías. Se coartaba nuestra capacidad de hacer.

En estos momentos, sin cargos gerenciales, ni cuerpos directivos, con la rotación de tareas, y la toma de decisiones consensuales, se han ido desdibujando los espacios desde los cuales se pueda ejercer el poder sobre el otro o la otra. La energía ya no se desperdicia en la lucha por posiciones de poder. Ahora, que de nuevo Cecosesola ocupa un lugar de mucha relevancia en nuestra ciudad, si alguien quisiese hacerse del poder en ella, no hallaría cómo lograrlo, ya que el “poder sobre” se ha ido diluyendo, transformándose en el “poder hacer junt@s”. En los inicios de Cecosesola, funcionábamos como una cooperativa convencional con cuerpos directivos. El consejo de administración tenía pleno poder para tomar decisiones en el marco de nuestros estatutos. Anualmente rendían cuenta en una asamblea donde participaban delegados de las cooperativas afiliadas. Los trabajadores no podían participar, ni en las tomas decisiones cotidianas, ni en las asambleas.

Actualmente, las trabajadoras y trabajadores somos asociados junto con las cooperativas integradas. No existen órganos directivos, ni líneas de mando. Los trabajadores asociados gestionamos cada espacio en forma descentralizada, sin cargos fijos, rotando las tareas. Y en reuniones conjuntas con miembros de las cooperativas integradas se toman consensualmente las decisiones que tienen que ver con el conjunto. Por ejemplo el precio de los productos que se intercambian dentro de la red, los financiamientos que se otorgan a través del fondo de financiamiento, las políticas de precios de nuestros servicios. Estas reuniones son totalmente abiertas al quien quisiese participar. No existe la votación.

Así como no hay jerarquías de cargos, ninguna reunión está por encima de otra, ni siquiera la asamblea general de asociados. Es más, se promueve que en lo posible tomemos decisiones sin estar dependiendo de las reuniones. Las decisiones son consensuales, ya sean tomadas individualmente, por varios o en reuniones, en cuanto sean coherentes con nuestros fundamentos de responsabilidad, equidad y solidaridad. Cada quién es responsable de las consecuencias de las decisiones que tome. Cualquier decisión puede ser cuestionada con base a su coherencia con nuestros fundamentos.

Cuando funcionábamos como una cooperativa convencional, las asambleas gravitaban en un combate entre la directiva y los asambleístas. Esto fue más evidente en los años 70 cuando Cecosesola se convirtió en una referencia de poder en nuestra ciudad. En esa ocasión el tema central de las asambleas era la toma del poder por parte de los que aspiraban a él. Era un desgaste permanente de energías. Se coartaba nuestra capacidad de hacer.

En estos momentos, sin cargos gerenciales, ni cuerpos directivos, con la rotación de tareas, se han ido desdibujando los espacios desde el cual se pueda ejercer el poder sobre el otro o la otra. La energía ya no se desperdicia en la lucha por posiciones de poder. Ahora que de nuevo Cecosesola ocupa un lugar de mucha relevancia en nuestra ciudad, si alguien quisiese hacerse del poder en ella, no encontraría como, porque el poder sobre se ha ido diluyendo, transformándose en el poder hacer.